La Carta Astral: Tengo el Poder de Elegir
Extracto del Libro “tu Mapa Astral” . Por Álvaro Norambuena fundador de @astroenergia
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El estudio de la carta astral es el mapa de tu vida. Una radiografía de tendencias originadas en el momento preciso en que, lo que llamamos “alma”, vio la luz al momento de respirar por tu propia cuenta.
Muchas personas se preguntan entonces, si este diagrama corresponde al
momento en que dimos nuestra primera respiración como individuos autónomos, o tal vezdebería ser el momento en que debíamos haber nacido según proyección en el cálculo de semanas de gestación, o tal vez esa fecha en que estaba programada la operación de cesárea y que por alguna razón varió obteniendo un nacimiento en una fecha “no esperada”. Y ante esto debo decir que cada ser humano nace, cuando debe nacer.
Premisa que encierra el hecho fundamental de que tendemos a buscar el control en nuestra sociedad actual, y nos cuesta trabajo aventurarnos a la posibilidad del azar, y que nuestros hijos vean la luz, en el momento menos pensado. Pero que sin embargo ese momento es en el que se imprime la configuración planetaria que determina tu carta astral.
Cada individuo es esencialmente un ser humano que viene encarnado a este
mundo a desarrollar distintas cualidades, o enfrentar los más diversos retos como parte del proceso natural de experimentación que debemos enfrentar en la vida. Y que, si supiéramos como vivirla, no tendría sentido nuestra existencia. Por consiguiente, dos individuos con idéntica carta astral, son individuos que vienen a desarrollar cualidades similares, y aprendizajes similares, pero jamás serán personas idénticas, puesto que todo lo que sucede en el transitar de estas cualidades y aprendizajes, está determinado por tu elección, y no por tu carta astral.
Teniendo presente que esos mismos dos individuos, con idéntica carta astral, a los segundos de nacimiento, es recibido por una madre distinta, que posee naturalmente cualidades distintas a la otra, y un contexto, ya sea político o
socioeconómico distinto, lo que influirá obviamente en las elecciones y vivencias que vayamos experimentando a lo largo de tu vida, y que te permitirá desarrollar, temprano o más tarde en la vida, las tendencias que tu propia carta astral te invita a trabajar.
Donde ser consciente del trabajo que propone tu carta astral, te permitirá tomar las decisiones pertinentes en esa línea y experimentar más anticipadamente la propuesta impresa en el diagrama astral.
¿Somos realmente conscientes del poder de elegir en nuestra vida?
O preferimos creer que existe un método predictivo que pueda desligarnos de la responsabilidad de cargar a cuestas con la realidad de saber que somos el resultado de nuestras propias acciones. Es ahí donde probablemente surgen algunas disciplinas oraculares, creencias religiosas, o incluso la mala praxis de la astrología o el tarot como método predictivo, o cualquier mecanismo en el que creer, para así poder tener a alguien que nos diga que hacer y automáticamente a quien culpar por las situaciones adversas que nos toca vivir.
Sin la perspectiva incluso de comprender que esa situación adversa, en años posteriores generó y construyó lo que eres hoy, y sin esa experiencia no podríamos afirmar la certeza y el agradecimiento que en perspectiva miraremos hacia atrás comprendiendo el por qué de lo acontecido.
Somos seres que habitamos en una sociedad en que la implementación de la
competencia influye y condiciona directamente nuestro actuar, buscando evitar
situaciones que me lleven a experimentar dolor, y evitar a toda costa el error, desde el juicio apresurado de ver la vida separada entre lo “bueno” y lo “malo”, sin darnos cuenta de que eso que llamamos “malo” es parte de un aprendizaje que nos permitirá saber resolver esta misma situación, una vez presentada nuevamente.
Lo anterior es comparable a cuando eres padre o madre, y a pesar de que tu
experiencia sabe que la principal herramienta con la que cuentas en la vida, es la que te dio el vivir cada momento de manera personal, muy distinta a quien tienes al frente. Lo cual construyó tu capacidad de resolver y adquirir nuevas herramientas que la lógica no alcanza a dimensionar y que sólo lo vivido te enseñará. Y aun así preferimos evitar que nuestro hijo o hija experimente dolor. Limitando su capacidad de adquirir esa herramienta personal, nuevamente por nuestro afán de controlar cada situación por el miedo a experimentar ese dolor del que tu ya fuiste parte.
¿Por qué?
Porque vivimos en una mentalidad en la que nuestro juicio nos condiciona, y
percibimos el sentimiento de que lo “malo” es lo que debemos evitar a toda costa, ya que nos hace menos competitivos, posicionando el foco de atención en ese momento, eliminando la perspectiva que nos otorgó una experiencia y un aprendizaje. Por lo tanto “donde pones tu foco de atención es lo que se expande”, y si nuestro foco de atención está puesto en evitar la enfermedad, la pausa, el descanso, y lo que llamamos malo, es justamente por nuestra forma de percibir la vida, donde usualmente la enfermedad debe ser erradicada lo antes posible, sin poner atención en lo que generó dicha enfermedad,
para aprender a saber el por qué apareció y así evitar que nuestro comportamiento inconsciente vuelva a generarla.
Si notamos en la actualidad, cómo han aumentado en nuestras ciudades la
aparición de boticas y farmacias, atestadas de personas que buscan el medicamento que erradique la dolencia, entendiéndose como algo que debemos eliminar rápidamente a toda costa, y no como parte de un aprendizaje necesario. Misma situación en la cual presentamos un malestar, y en vez de dedicarnos un momento a entender la génesis de esa dolencia, buscaremos al profesional de la salud, que mediante una consulta express recetará el medicamento que elimine el dolor, pero… ¿tomamos una postura activa ante
ese profesional preguntándole posiblemente la causa y el origen de ese malestar, o también somos responsables de que esa consulta sea cada vez más breve a lo largo de los años, al tener ya el tesoro de la receta médica en nuestras manos?.
Esa es la “receta” milagrosa que buscan también las personas que consultan al
“oráculo” y que ven en la práctica de la astrología a ese “experto” que te diga que hacer, y no entregarte las herramientas necesarias para que seas tu quien lo resuelva.
¿Por qué?
Porque así generarás la necesidad de volver una y otra vez por esa receta milagrosa, y una dependencia inconsciente. Manifestada en las personas que recurren rápidamente a ese medicamente que cure el dolor de cabeza, estómago entre otros, en la cultura de la automedicación, extrapolado de igual manera a la cultura de ir donde el tarotista, una vez cada dos semanas, a que nos diga que decisión tomar.
En ambas situaciones tenemos el mismo patrón de comportamiento de no querer hacernos cargo de que somos nosotros los que tenemos la habilidad de elegir sanarnos, y que esa sanación no es algo inmediato, pero que, poniendo nuestro foco de atención en entender, comprender, y adquirir las herramientas de autoconocimiento… si, de autoconocimiento en ambos casos, seremos nosotros quienes propiciaremos nuestra sanación en todo nivel.
Además, que es mucho más sencillo delegar la responsabilidad en el exterior, así poder victimizarme y quejarme de la obligación que ese otro tiene para conmigo. Entonces esperamos que el gobierno cambie, que la situación económica cambie, que la política cambie, ¿pero cambiar nosotros? No gracias, es más fácil tomar el rol de “no creador”, que me han hecho creer desde pequeño, en una de las más usuales creencias limitantes, donde debemos estudiar para “ser alguien”, y donde constantemente estaremos en busca de lo que nos falta para poder calificar, alejándonos cada vez más de la verdadera esencia de confiar en nosotros y entender que no nos falta nada, que ya
somos todo lo que necesitamos.
Entonces, ¿somos conscientes de que nuestra dolencia de cabeza, o ese dolor de espalda, está intrínsecamente relacionado posiblemente con nuestra forma de vivir nuestras vidas?
Quizás en la actualidad somos cada vez más conscientes de que el ser
humano no está separado en partes, y que la medicina fundamental está en conocer lo que lo originó. Sin embargo, el principio de entender todo como separado, tiene su origen una vez más en entendernos como separados en partes de nuestro cuerpo, y cómo individuos sin ninguna conexión entre nosotros. Donde seguramente recordarán en su infancia, a quienes ya pasamos los cuarenta años, que antiguamente, si la enfermedad aparecía, y no entendíamos su origen, simplemente visitabas al profesional de la salud
que tenía las competencias de abordar integralmente cualquier dolencia, a diferencia de la medicina contemporánea dividida en especialidades. ante lo cual citaré un ejemplo.
Lo diré en términos astrológicos. En mi propio diagrama tengo posicionada la Luna en casa uno, lo cual hace que todo factor emocional repercuta fuertemente en mi actitud ante la vida. Y hace unos meses tuve una fuerte contractura en la espalda, que incluso me inhabilitó a moverme con normalidad y mantenerme vertical. Sin embargo, no tuve ninguna contusión, golpe o caída, y como ya es tercera vez en mi vida que experimento este dolor, ya entiendo su origen.
El entender este origen no impide que lo tenga controlado, pero si hacer que sea cada vez menos frecuente, dado que la primera vez, recurriendo a la medicina alopática, me recetaron analgesia para el dolor, sin embargo, el síntoma no desapareció, y pase visitando distintos médicos hasta que uno descubrió que el origen de mi dolencia que persistía era una situación de fuerte estrés en mi vida cotidiana. Y sólo recién ahí entendí la relación directa entre mi factor emocional y la somatización presentada como dolencia muscular.
Desde ese entonces el síntoma se me ha presentado dos veces más, siendo la
ultima vez hace un par de meses. Esto debido a que, a pesar de entender el origen, no es tan fácil a veces lidiar con mi factor emocional, pero esta tercera vez ya tenía la información necesaria. Yo había originado la enfermedad.
Esta sintomatología era la resultante una vez más de estrés emocional, lo cual era rápidamente constatable por mí, por la situación que estaba viviendo. Sin embargo, como no pude prevenir la aparición del síntoma, debido a un agudo cuadro ansioso, era hora de visitar a la medicina alopática, pero… ¿a qué médico debía recurrir?
A pesar de saber el origen sicológico, necesitaba palear el síntoma, a la par que me hacía cargo del factor emocional, de manera que decidí visitar al traumatólogo para contarle, desde mi experiencia que la dolencia presentada respondía a un cuadro ansioso, así yo poder guiarlo en el tratamiento, puesto que conocía absolutamente el origen. Sin embargo, al ser atendido en la consulta del “especialista”, me dijo que efectivamente mi cuadro no
respondía a un golpe o lesión, a pesar de que me envió a realizar exámenes pertinentes para descartar… ¿descartar?, pero si yo sé lo que tengo, se lo acabo de decir, pero yo no puedo recetar este medicamente que tiene una función tanto muscular como psicológica.
El profesional me respondió que esa área escapaba a su especialidad, y por lo
tanto debía visitar al psiquiatra. Es decir, nuevamente el cuerpo separado en partes. Y como no me quedó otra opción, fui a recibir recomendación de un psiquiatra conocido por mí, quién al enterarse nuevamente de mi caso, entendió que la dolencia era efectivamente en un tendón que atraviesa la espalda, diagnosticando algo que a él le parecía una contractura de trapecio, y que debía ser revisado por el traumatólogo. Y ante mi respuesta de reiterar que mi dolencia tenía como génesis un cuadro ansioso, el profesional dijo que escapaba de su área de especialidad, y que era preferible hacerme
los exámenes pertinentes que el otro especialista había recomendado.
Interesante ¿no creen?
Finalmente rastreé y visité a aquella doctora que me había atendido seis años atrás, donde pude contarle la situación de la vida que estaba transitando, ante lo cual ella entendió que se trataba de la manifestación en el cuerpo de un cuadro psicológico. Recetando el medicamento que me ayudó rápidamente a palear el síntoma en un par de días, mientras yo mismo recurría a los medios adquiridos a través de la experiencia para conectar con la tranquilidad, situarme en el momento presente y lograr sortear el cuadro ansioso.
Es decir, como ya me conozco, y he entendido los procesos que encierra mi carta astral, y que no son diagnósticos que impliquen una cura milagrosa inmediata, sino que encierran profundos procesos a enfrentar, desde el entendimiento de quien soy en esencia y profundizando mi autoconocimiento. He podido enfrentar de otra manera lo que vivo en cada momento de mi vida. E indudablemente no es sencillo, puesto que a pesar de mi experiencia como astrologo, aquí no existen gurúes iluminados que no padezcan males y que receten la pócima mágica. Puesto que, en mi caso, a pesar de ser más
consciente cada vez, soy yo mismo quien genera esa enfermedad, la cuál me recuerda que siempre estamos en constante trabajo de evolución. Y que, gracias a este entendimiento, ahora asumo que cada situación debe ser vivida y experimentada, desde la aceptación de que cada experiencia tiene un propósito que me acercará cada vez más, de vuelta, a quién soy yo esencialmente.
Teniendo en cuenta de que cada una de esas experiencias, malestares, o
dolencias, son simplemente un mensaje que mi cuerpo me señala con claridad, y ya no vista como algo bueno o malo, sino como la resultante de una elección que yo he tomado, al enfrentarme a esa situación de vida en particular.
Tu carta astral es entonces y, por cierto, el reflejo de quién eres en esencia. Que
no es variable en el tiempo, puesto que quien va mutando eres tú. Mapa de vida que nos proporcionará las herramientas, las reflexiones, y las tendencias que se nos invita a trabajar. Tú eliges cuándo, cómo y de qué forma. Acercándonos cada vez más a la certeza de que somos nosotros mismos los creadores de nuestra propia vida, a pesar de que a veces nos sea difícil comprenderlo a cabalidad y ponerlo en práctica, y como decía una vieja frase atribuida a Buda “el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”.
Extracto de “tu Mapa Astral” Libro de Alvaro Norambuena Donoso.